Un mosaico realizado en el año 547 muestra al emperador Justiniano I en la iglesia de San Vital de Rávena, Italia.

538

Ninguno de los paganos que quedaban en el mundo romano tenían dudas sobre lo que iba a venir, pero el final debió de ser una conmoción. En el 538, el emperador Justiniano despojó a todos los no-cristianos y cristianos herejes del imperio de todos sus derechos civiles y ordenó el cierre de todas las instituciones educativas y culturales paganas. Las protestas por parte de la minoría pagana fueron suprimidas por las fuerzas del gobierno, y terminó la larga historia del paganismo en el mundo antiguo.

Como respuesta, algunos de los paganos restantes eligieron un recurso desesperado y viajaron al este hacia las fronteras del Imperio. Algunos encontraron su hogar en el Imperio persa, mucho más tolerante que Roma. Otros viajaron más lejos todavía, hasta el Asia Central y las provincias más remotas del Imperio Chino, donde las herejías cristianas encontraron también asilo. Un número significativo, se establecieron en Harrán.

Esta ciudad había existido desde el tercer milenio antes de Cristo, enclavada en un valle de los que actualmente es el sudeste de Turquía: una ciudad de ladrillos de barro rodeada de campos verdes y colinas marrones. Los sumerios que la fundaron como un lugar de comercio se la dedicaron a su diosa la luna, Sin, pero absorbió religiones y tradiciones mágicas de incontables gentes del Oriente Medio que pasaron a través de los largos ciclos de la historia.

La llegada del cristianismo y la prohibición legal del paganismo tuvo sorprendentemente poco impacto en Harrán. Una ciudad situada en la accidentada frontera entre los imperios romano y persa se podía permitir ignorar las leyes romanas que prohibían el culto pagano. En los años siguientes, Harrán se convirtió en el último reducto del neoplatonismo de Jámblico y Juliano, enseñando una versión del culto pagano entremezclada con enseñanzas y prácticas ocultas.


Véase también:
  • Batalla de Harrán (1271)


Autor: John Michael Greer © El Ocultismo.

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